Conservar y educar, pilares para un futuro sostenible

Conservar y educar, pilares para un futuro sostenible

Hay territorios que nos hablan sin necesidad de palabras. Punta de Lobos es uno de ellos.  Su imponente acantilado elevándose sobre icónicas olas que cautivan a visitantes de todo  el mundo, nos transmite una sensación de fuerza y permanencia que parecen eternas. Sin  embargo, esa percepción es engañosamente frágil. Y es que este mismo paisaje que nos  sobrecoge es un ecosistema bajo una presión inmensa, un recordatorio de que los tesoros  naturales más grandes pueden ser también los más vulnerables. 

Es la realidad de muchos espacios de la zona central de nuestro país, uno de los 36 hotspot  de biodiversidad del mundo y donde el borde costero es, precisamente, uno de los territorios  que más atención requiere. Un delicado equilibrio que nos invita a actuar desde dos miradas  simultáneas: el trabajo inmediato de conservación de espacios cuya protección no puede  esperar y la inversión de largo plazo para educar a los tomadores de decisiones del  mañana. 

 

Es esta la dualidad que nos hemos propuesto abordar en Fundación Ibáñez Atkinson  donde, a través de nuestros programas Planeta Ahora y Naturaleza Educa, buscamos  contribuir a conservar este parque y otros ecosistemas, así como sensibilizar y educar a las  futuras generaciones sobre el cuidado del medio ambiente. 

Desde 2022 hemos trabajado en alianza con Parque Punta de Lobos, diseñando e  implementando infraestructura educativa que permita sensibilizar a sus más de 600 mil  visitantes anuales. Igualmente, hemos realizado talleres para la red de eco-educadores de  la comuna, entregando a los profesores herramientas para llevar la educación  medioambiental a las distintas materias del currículum escolar. 

Invertir en la conciencia ambiental de niños y jóvenes es una apuesta de largo plazo que,  esperamos, puede tener un impacto sostenible y duradero. No se trata solo de enseñar  buenas prácticas como el reciclaje o la reutilización, sino de cultivar una nueva forma de  ver el mundo y de entender las conexiones profundas entre nuestras vidas y la salud del  planeta. 

Pero ninguna tarea, sea de conservación o educación, alcanza su máximo potencial si no  nace de una mirada colaborativa que convoque a las comunidades. Son ellas las que  conviven con estos ecosistemas y pueden convertirse en sus principales guardianes. El  proyecto de interpretación ambiental en Punta de Lobos buscó reflejar esta idea, donde la  nueva infraestructura fue fruto de un diálogo que convocó a artesanos, historiadores y  vecinos de Pichilemu. 

Sin dudas, cuidamos mejor aquello que conocemos y sentimos como propio. Por eso,  tenemos la convicción de que educar, explorar, entregar herramientas, empoderar, es un  camino poderoso para forjar una ciudadanía más consciente, en el que cada uno de  nosotros es una pieza clave. 

 

La invitación es, entonces, a desafiarnos todos a conectar con la naturaleza más allá de su  belleza. A disfrutar de un bosque o un atardecer en el horizonte reconociendo su fragilidad  y movilizándonos hacia un rol activo en su cuidado donde incluso el más mínimo aporte,  cuenta. Trabajemos decididamente para proteger hoy y, así, garantizar el mañana. Para  que nuestros hijos, nietos y futuras generaciones tengan la oportunidad de experimentar la misma sensación de inmensidad y fuerza que se vive en este parque. Ese doble  compromiso es nuestra responsabilidad y nuestra más grande oportunidad.

 

Antonia Ibáñez Atkinson

Gerente de Medio Ambiente, Fundación Ibáñez Atkinson